A veces conviene repasar los dichos populares para darnos cuenta de que en la última década han cambiado algunas creencias de los inversores que parecían atemporales. La ausencia de inflación y el exceso de oferta echaron por tierra el dicho la vivienda nunca baja. Últimamente pocos siguen afirmando que la banca siempre gana a pesar de que la diferencia de información sigue haciendo que las entidades se aprovechen de una posición privilegiada frente a sus clientes y tengan las probabilidades de su lado.
La economía española se ha recuperado pero la cotización bursátil de la banca está en niveles similares a 2012. Aquel año las entidades españolas apenas podían acceder a financiación exterior, el desempleo superaba el 25% y continuaba subiendo, el precio de la vivienda seguía en caída libre y el PIB se contrajo un -2,6%. ¿Por qué al mejorar la economía no levantan cabeza las entidades que la financian?
El motivo es que el sector financiero se enfrenta a una reconversión similar a la que han sufrido otros sectores en el pasado. No ocurre solo en España, sino en la mayoría de los países desarrollados. Para la banca se ha generado una tormenta perfecta porque han coincidido en el tiempo cuatro grandes cambios:
1) Un incremento de la competencia. La mejora de las tecnologías de la información ha hecho surgir nuevos competidores que afectan a las principales líneas de negocio de los bancos. Sean las denominadas fintech u otras con aspecto más convencional, lo cierto es que están revolucionando los medios de pago, la concesión de crédito, la oferta de pasivo, la gestión de activos, la comercialización de seguros, etcétera.
2) Mayores exigencias de solvencia. Para evitar que los bancos tengan que volver a ser rescatados por el contribuyente los reguladores han multiplicado los ratios de capital exigidos y han facilitado la absorción de pérdidas de gran parte de su deuda. La consecuencia es una caída abrupta de la rentabilidad del negocio bancario tradicional.
3) Tipos cero. La mayor parte del beneficio de los bancos depende de la diferencia del tipo de los créditos y de los depósitos, por lo que el nivel absoluto de los tipos no debería afectarles desde un punto de vista teórico. Sin embargo la banca minorista conseguía gran parte del margen gracias al elevado volumen de financiación (saldos en cuentas y similares) que obtenía a tipo cero. Ahora ese pasivo, lejos de ser rentable se ha convertido en muchos casos en un coste difícilmente repercutible a los clientes. El incremento de la competencia y la aparición de nuevos modelos de negocios más eficientes dificultan aun más la posibilidad de trasladar el coste a los clientes.
4) Presión político social. Los bancos están en el punto de mira de los ciudadanos. Por un lado, los responsabilizan de la crisis, del coste de su rescate y de los males de aquellos que se han endeudado más de lo debido. Por otro, las prácticas comerciales abusivas con sus clientes han tenido mayor publicidad en los medios y han conseguido sensibilizar a los políticos y jueces. En consecuencia, las pérdidas causadas por demandas han dejado de ser aisladas y de importes reducidos para convertirse en casos colectivos con amplia cobertura mediática y con costes millonarios para el sector. Incluso los bufetes de abogados realizan grandes campañas de publicidad para conseguir demandantes porque consideran los casos con una elevada probabilidad de ser ganados con costas incluidas.
Por último, destaco que en los períodos de profundo cambio en un sector, cuando hay que rediseñar el modelo de negocio o la estrategia de la compañía, es más importante que nunca que haya un elevado compromiso de los directivos con los accionistas. Los dirigentes deben tener visión de negocio a largo plazo, tendrán que adaptar las sociedades ágilmente al nuevo entorno competitivo y sus intereses personales no pueden suponer un obstáculo.
Sin embargo, el sector bancario es uno de los que mantienen un menor compromiso con sus accionistas porque los directivos han conseguido controlar mayor porcentaje del capital sin arriesgar su patrimonio. Los bancos son las compañías cotizadas que mejor pueden pedir el voto favorable en junta de sus miles o millones de accionistas para respaldar a la dirección porque gran parte de ellos son sus clientes. A las oficinas del accionista se les dota con generosos presupuestos para “convencer” a los atomizados dueños de la entidad de que deleguen el voto en algún consejero. Ese coste no beneficia al bolsillo de los accionistas, pero la falta de control sobre la dirección que consiguen es lo que les hace el agujero.
De los siete bancos del Ibex 35 el único que cuenta con un compromiso suficiente de sus máximos dirigentes con los accionistas como para formar parte de la cartera de Avantage Fund es Bankinter. Casualmente el precio de sus acciones se ha multiplicado por 3 desde 2012 y sus beneficios actuales son mayores que nunca. El resto de bancos del selectivo español tienen unos resultados muy inferiores a los que tenían antes de la crisis y la cotización de sus acciones está cerca de los mínimos de este siglo.
(Publicado en El Confidencial)
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