En Dinamarca, Bélgica y Holanda ya hay personas que cobran intereses en sus hipotecas. Esto se ha producido porque varios bancos centrales, incluido el BCE, están adentrándose en el terreno de tipos de interés negativos y están estudiando la posibilidad de pagar todavía más por prestar. Es decir, seguir bajando tipos hasta niveles más negativos. Esta semana Mario Draghi ha señalado que los tipos seguirán en los niveles actuales o más bajos durante un período de tiempo significativo (“extended period of time”).
Con el fin de entender las consecuencias que tendría bajar aun más los tipos de interés, propongo analizar las decisiones que tomarían los consumidores, inversores y empresarios en un escenario en el que los bancos centrales presten a las entidades de crédito a tipos del -3% ó -4% de forma que llegue la financiación a los particulares y las empresas con tipos negativos de manera mayoritaria. Pensemos en tipos del -1% ó -2% para créditos e hipotecas.
Parto de una situación en la que los bancos estén incentivados, no obligados, a prestar con tipos negativos para evitar generar problemas de confianza. Voy a dar mi opinión de las decisiones que creo que tomaría como consumidor, inversor y empresario en tal escenario. También animo a los lectores a que en los comentarios expresen su opinión respecto a lo que ellos harían.
Pongamos que como particular quisiese comprar una casa pagando toda o gran parte de la misma con ahorro (sin hipoteca) y al acudir al banco me indicase que me prestarían hasta un 80% del valor de la misma con tipos de interés negativos, teniendo ya en cuenta los costes y comisiones. Si el tipo fuese fijo (no pudiese subir) o pudiese cancelar la hipoteca cuando suban los tipos sin pagar elevadas comisiones, pediría la máxima cantidad prestada al mayor plazo posible y haría los cálculos necesarios para prever el pago de las cuotas (amortización menos intereses). En consecuencia, tendría más endeudamiento y más dinero disponible en cuenta del previsto.
Pensemos que más adelante decidiese comprar un coche con la intención de pagarlo directamente y en el concesionario me indicasen que si lo comprase a plazos no me cobrarían intereses y me regalarían las revisiones de los próximos 4 años. En tal situación accedería a comprarlo a plazos y haría los cálculos de los pagos. Otra vez me encontraría con más dinero disponible y más endeudamiento del estimado. Podría seguir así con las principales decisiones de consumo de las familias.
Por otro lado, si los bancos me empezasen a cobrar un tipo de interés negativo por el saldo en cuenta corriente, mantendría parte del dinero fuera de las entidades financieras para preservar el valor.
En el caso de que como inversor decidiese invertir en un fondo de inversión y al hacerlo la entidad con la que trabaje me ofreciese un crédito con la garantía de las participaciones en el fondo a un tipo de interés negativo después de tener en cuenta todos los gastos y comisiones, pediría un crédito por una parte relativamente pequeña de la inversión. No pediría mucho para evitar que una depreciación puntual del valor de la inversión me obligue a vender en el peor momento para devolver el préstamo. En otras palabras, sería prudente para estar muy lejos de una situación de margin call pero sí dispondría de parte del crédito. Una vez más, acabaría teniendo más dinero y endeudamiento de lo inicialmente pretendido.
En una situación en la que recibiese ofertas de créditos de los bancos para financiar mi empresa con tipos de interés negativos dispondría de ellos para crecer de una manera más rápida. Haría cálculos para pedir una cantidad prudente que pueda devolver fácilmente con los flujos de caja que genera la actividad, pero sí utilizaría el crédito.
En las tres situaciones sería sensible a la bajada de tipos de interés. Para mí no hay mucha diferencia en mi decisión a la hora de pedir un crédito si tengo que pagar el 1% o el 3% de intereses (conocido como la trampa de la liquidez). Ahora bien, cuando los tipos alcanzan el 0% o descienden de ese nivel la decisión cambia. A menores tipos, asumiría mayor endeudamiento. En un extremo, si el tipo que me aplicasen fuese del -10% ya no sería tan prudente a la hora de pedir crédito. Solamente con pedirlo y guardar el dinero estaría ganando.
No deja de ser un ejercicio de `finanzas ficción´ porque considero muy poco probable que lleguemos a una situación de tipos significativamente negativos. No obstante, el análisis sirve para concluir que una política monetaria de este estilo aumentaría el consumo, la inversión, la inflación, el endeudamiento y la mayor dependencia de la economía de la evolución futura de los tipos de interés.
De todas estas variables, destaco la subida de inflación porque estaría presionada tanto por la demanda (consumo e inversión) como por la oferta (dinero en circulación). Por lo tanto, con independencia de cuánta munición se acabe empleando, todo apunta a que el BCE conseguirá su objetivo de hacer crecer el nivel de precios el 2% anual.
(Publicado en El Confidencial)
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