La crisis económica ha quedado atrás y nos encontramos ante varios años de crecimiento moderado. Es el momento de evaluar los daños y reconstruir aquello que la tormenta se ha llevado por delante evitando los errores cometidos en el pasado.
Sin duda alguna el empleo ha sido el talón de Aquiles de nuestra economía. Ha sido lo más perjudicado y lo que más nos ha dolido. Ahora corresponde generarlo de la mejor manera posible, no la más rápida. La mayoría de los esfuerzos regulatorios se están centrando en evitar que otra crisis se vuelva a llevar por delante millones de empleos temporales, sin embargo conviene tener muy presente que el problema es más estructural que coyuntural.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa media de desempleo en España entre 1987 y 2013 fue del 17%. El mínimo de la serie se alcanzó en junio de 2007 (8%) y el máximo en marzo de 2013 (27,2%). Estas cifras son sorprendentemente altas cuando se comparan con las medias a largo plazo del resto de países desarrollados.
Aunque la tasa media de desempleo de todas las comunidades autónomas españolas sea superior a las tasas medias de los países más cercanos (Francia, Portugal e Italia). Dentro de España también hay grandes diferencias.
Detrás de estos números hay causas relacionadas con la regulación del mercado laboral, con el sistema educativo y aspectos culturales. De los dos primeros motivos he hablado en artículos anteriores, quiero terminar este post hablando de aquellas razones más relacionadas con nuestra forma de ser.
En mi opinión, la principal causa cultural tiene su origen en la terminología. En España se suele hablar de "paro" en vez de "desempleo". En el mundo anglosajón nadie califica a un desempleado como stopped ni se refiere a la tasa de paro como stop rate. Existen solamente los términos unemployed y unemployment rate respectívamente. En Italia y Portugal utilizan principalmente los términos disocupazione/disoccupati y desemprego/desempregado. Los efectos del cambio terminológico que realizamos sin darnos cuenta son los siguientes:
1) Generar una idea errónea. Tanto en los propios desempleados como en los de su alrededor. Lo último que debe hacer alguien sin empleo es estar parado. Sea cual sea la situación económica, edad, sexo, sector o nivel de estudios tiene muchísimas más probabilidades de encontrar trabajo aquel que lo busque actívamente. No hay trabajo mejor remunerado y en el que más compense echar horas extra que la búsqueda activa de empleo.
Por otro lado, aquellos familiares y amigos de desempleados que "aprovechan" a los desempleados para que hagan sus gestiones personales o labores domésticas les están haciendo un flaco favor porque les están impidiendo encontrar trabajo.
Adicionalmente aumenta el nivel de complaciencia y autocomplaciencia hacia aquel desempleado que no se esfuerza en la búsqueda de trabajo. Se acepta socialmente que un desempleado pueda estar sin hacer nada.
2) Aumento estadístico de la tasa de desempleo. Una persona que no trabaja ni estudia se define más fácilmente como parado que como desempleado. Muchos de estos parados no desempleados no deberían considerarse población activa (población que trabaja o busca trabajo).
Otro aspecto cultural que está dañando la generación de empleo es la justificación social de la condición de desempleados de ciertas personas y colectivos que tienen más difícil encontrar trabajo debido a su edad, formación, experiencia u otra condición. En mi opinión, trabajar es hacer algo útil para alguien. Siempre que se pueda hacer algo útil estarás trabajando y siempre que lo hagas para alguien que no sea tu familiar o amigo, podrás cobrar dinero por la labor desempeñada. Lo demás es imaginación, esfuerzo y ganas.
Por último, deberíamos estar muchísimo más implicados con los desempleados de nuestro alrededor porque la falta de empleo es algo que reduce la autoestima a todo el que se encuentra en esa situación. En un momento en el que el desempleado debe "vender su trabajo" esa menor autoestima temporal disminuye su capacidad para exponer su valía. Además, es siempre mucho más sencillo convencer a alguien del talento de un tercero que de uno mismo.
Quiero dedicarle este post a aquellos que buscan activamente de empleo, ellos no son responsables de la regulación laboral, del sistema educativo, ni de la cultura de la tierra donde han nacido. No obstante, todos tenemos el cometido de mejorar el lugar donde vivamos.
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