En octubre de 2009, el socialista Yorgos Panpandreu ganó las elecciones legislativas griegas, revisó las cuentas públicas e informó al Eurostat, la oficina europea de estadísticas, de que el déficit de su país acabaría el año en el 12,5% del PIB y no en el 3,7% como había anunciado el gobierno anterior. Grecia había vuelto a mentir sobre sus cuentas públicas. La primera vez fue diez años antes para cumplir con los criterios de Maastricht y entrar en el euro. En febrero de 2010 se conoció que había ocultado deuda deliberadamente, siguiendo las recomendaciones de un banco de inversión, a través de swaps de divisa.
Lógicamente los inversores perdieron la confianza en la solvencia de Grecia y como consecuencia, en mayo de 2010 tuvo que ser rescatada por sus socios de la eurozona. En los últimos 18 meses, a pesar de unas subidas de impuestos y recortes sociales sin precedentes, el país heleno no ha logrado recuperar la credibilidad perdida y se enfrenta a una probable quiebra que empobrecerá mucho más aun a todos los ciudadanos griegos.
Papandreu no es culpable de la nefasta gestión de las cuentas públicas del gobierno anterior pero, en mi humilde opinión, es el máximo responsable del desgraciado futuro que le espera a los ciudadanos griegos. La reputación cuesta mucho ganarla y muy poco perderla. Si Papandreu no hubiese destapado y aireado todos los males de las cuentas griegas, unas medidas austeras menos profundas de las que ha aplicado habrían sido suficientes para no perder la confianza de sus acreedores. Tampoco los empresarios hubiesen paralizado las inversiones en el país, ni los ciudadanos habrían reducido su consumo, ni los ricos o empresas hubiesen sacado los ahorros fuera del país. En economía y en los negocios la credibilidad es fundamental.
En España, recientemente se han producido cambios en varios gobiernos autonómicos y hemos asistido a más de lo mismo: revisión de cuentas públicas y denuncia pública al gobierno saliente por una pésima gestión del dinero del contribuyente. Como consecuencia, la confianza de los ciudadanos en las instituciones autonómicas se ha deteriorado significativamente. Muchos funcionarios y empresarios temen por sus ingresos y desconfían de la solvencia de la entidad para la que trabajan. Por otro lado, las agencias de calificación han bajado aun más el rating de dichas regiones y los inversores han dejado de prestarles a ningún tipo de interés.
La gran duda de muchos inversores y empresarios es si ¿será España la nueva Grecia si hay cambio de gobierno en las próximas elecciones generales?. Esperemos que no. Ojalá el nuevo ejecutivo español sea más prudente. El problema es que los políticos, independientemente del país y del color del partido al que pertenezcan, velan por sus intereses a corto plazo tratando de sacar rédito de la denuncia púbica a sus oponentes y responsabilizándoles de las medidas impopulares que van a tener que adoptar. Deberían mirar más a largo plazo para darse cuenta que se hacen un flaco favor a ellos mismos. Si la economía que dirigen empeora significativamente o se estanca, sea cual fuere la causa, no saldrán reelegidos en las próximas elecciones.
Quiero aclarar que en las cuentas públicas no todo es blanco o negro, existe una amplia gama de grises. Hay muchas obligaciones de pago (deudas) de las administraciones y entes públicos que no computan como déficit en ningún país y son comumente aceptadas. En otras, sin embargo, existen más dudas de interpretación. En un momento como el actual, los políticos buscan todo tipo de fórmulas legales para que la deuda no sea contabilizada, al menos por ahora, como déficit. Si hay un cambio de gobierno, éste puede aplicar una interpretación más estricta y computar más partidas como déficit. De esta forma un político puede "destapar deuda no computada" y acusar al gobierno saliente de ocultarla.
Soy firme defensor de la transparencia de las cuentas públicas pero, considerando la coyuntura económica actual, pienso que es necesaria mucha cautela en la comunicación de la situación de las finanzas públicas. Hay que exigir máxima transparencia hacia adelante mediante nuevas leyes. Sin embargo, no se debe alarmar a los mercados y ni a la opinión pública por la situación actual. Una vez saneadas las cuentas o cuando recuperemos cierto dinamismo económico, se podrá denunciar a los gobiernos anteriores por su gestión negligente y pedir responsabilidades sin riesgo de afectar negativamente a la economía. Probablemente una acusación en la campaña electoral siguiente sea el momento óptimo para facilitar la reelección.
En las empresas privadas, cuando los accionistas cambian al equipo directivo, los nuevos responsables no denuncian tan abiertamente a los anteriores gestores porque aunque a la nueva dirección le convenga criticar a sus predecesores para vender mejor su futura gestión, los propietarios impiden que tales declaraciones puedan perjudicar a la entidad. Pues bien, en la empresa "economía española", los accionistas somos los ciudadanos y debemos evitar que los directivos, el Gobierno, nos empobrezca en su propio beneficio.
Es decir que se trata de seguir mintiendo para que no se venga todo abajo. Ya.
ResponderEliminarEstaría dispuesto a aceptar eso a condición de que se procesase y se enviase a la cárcel al equipo saliente. En caso contrario, "luz y taquígrafos" para que se termine de romper todo y se pueda construir de nuevo un sistema no corrompido.
Políticos, economistas, jueces y periodistas, los nuevos 4 jinetes del Apocalipsis.
En mi opinión no hablar es hacer lo mismo, aunque se consiguiera sanear la economía y, a los cuatro años, denunciar las trampas del gobierno anterior, los inversores se preguntarían... y si nos han ocultado esto durante cuatro años ¿cómo sabemos que no nos están ocultando algo ahora? La confianza se podría perder igual, y si algo ha dejado claro esta crisis es que en el mundo financiero el único activo es la confianza...
ResponderEliminarValiente opinión, pero estoy de acuerdo. No hay blancos o negros; y los gobiernos entrantes se dejan llevar por la politica partidista y el "poner la venda antes de la herida".
ResponderEliminarLo mejor para todos es prudencia y trabajar juntos para el futuro.
La mi...a cuando se "remena" hace peste...mejor regenar con productos acidos, y volver a empezar con nuevas normas, tranparencia, nuevas instituciones de control ir hacia el open goverment
ResponderEliminarEs la infelicidad, por lo común, crimen de necedad. ¡Uy, qué antiguo es eso! Y qué moderno. Nihil novum, qué aburrimiento.
ResponderEliminarCastigue a los griegos su pecado, nosotros pagaremos los nuestros. Nada es gratis.
Sr. Angulo:
ResponderEliminarEn vista de su comentario no sería usted precisamente al que yo encargaría de mis inversiones.
Por lo demás, yo sería partidario de "alarmar" a los mercados publicando la cruda realidad. Pero le aseguro que se aplacarían de inmediato en cuanto conocieran las medidas que tomaría.
Saludos -sin acritud-.
Al último anónimo,
ResponderEliminarVaya!! Lamento que haya perdido su confianza en mí por este post. Espero por mi bien que no haya generado el mismo efecto en muchos lectores del blog. El tema es delicado y difícil de defender. Otro comentario cree que es una opinión valiente, quizás lo sea demasiado. En fin, de todo se aprende. Gracias por la sinceridad.
No obstante, quiero ponerle un nuevo ejemplo en el que en la práctica, en un momento como el actual, alarmar a los mercados es contraproducente. Ayer, dos días después de la publicación del post, Moodys bajó el rating de Castilla la Mancha hasta nivel de bono basura. La idea de ese gobierno es la misma que la suya, aplacar la alarma generada presentando un gran plan de austeridad y Moodys lo señala en su informe: “Teniendo en cuenta que el nuevo Gobierno regional elegido en mayo ha elaborado un plan de ahorro ambicioso -contemplando la reducción de los gastos corrientes en el 20% aproximadamente antes de finalizar el ejercicio 2012-, durante la revisión se examinará la viabilidad de las medidas propuestas”. Grecia presentó un proyecto de mayor alcance y no le ha servido de nada.
Lamentablemente, lo importante es la bajada del rating y la pérdida de credibilidad nacional e internacional que ha generado la alarma. ¿Quién va a refinaciar ahora la deuda de la comunidad?
La teoría económica dice que la transparencia es buena siempre. Y realmente lo es, quede claro. Sin embargo, una buena estrategia de comunicación orientada al beneficio común y no al de los políticos es indispensable en un momento como el actual. El mercado quiere hechos y no palabras.
Pero Juan, ahí está la clave... Exactamente en el último párrafo de tu último post.
ResponderEliminarHay que tirar de la manta, pero hay que hacerlo bien, por los motivos correctos (que ganar votos no suele ser el más aceptable desde el punto de vista finaciero), y en el momento adecuado.
Me gustaría, además, aclarar dos cosas:
Una es que el responsable es el que falsea las cuentas públicas, sean deuda o PIB. La culpa del que lo destapa es mucho menor. Obviamente en el caso de Grecia estaban implicados gobierno, oposición, sindicatos y la madre que los trajo al mundo a todos... Pero no se puede decir lo mismo de lugares que nos quedan mucho más cercanos.
La otra es una matización. En la empresa privada cuando hay un cambio en el top management se suele producir una limpieza de balance, que equivale a la 'tirada de la manta' de las cuentas públicas... y los accionistas lo sufren a corto plazo de la misma forma que esperan beneficios futuros de la gestión de los nuevos gestores.
O sea, que vivan el timo y la estafa. Vamos a no contarles a los incautos 'inversores' como nos dilapidamos su dinero, para que sigan siendo cautos, ingenuos y estúpidos y nos lo sigan prestando...engañados. Igualito que hacen los políticos con los votantes. Viva el mundo de la mentira y el engaño. Ande yo caliente y ríase la gente !
ResponderEliminarTirar de la manta no reduce la deuda ni envía a los políticos a la cárcel. No soluciona nada y puede meternos en un lío.
ResponderEliminarDe acuerdo con el autor, siempre que se exija trasparencia y responsabilidad política a futuro.
Iñaki
No tirar de la manta incrementa la deuda y deja a los políticos irse de rositas. Ni la cara colorada. Y termina por meternos en un lío sin salida. ¿Qué significa 'exigir transparencia'? ¿No es antónimo de 'no tirar de la manta'? Hay algo que no cuadra, o se tira o no se tira, o se es transparente y horando, o se es opaco y deshonesto.
ResponderEliminarEn un lado de la balanza la cara colorada de los políticos, en el otro la quiebra del país.
ResponderEliminarO se elige lo teóricamente correcto o se elige lo prácticamente más sensato. Nada que ver con la honradez u honestidad.
Iñaki
Gracias Iñaki!!
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarEntiendo a Juan y a Iñaki pero no lo comparto. En un momento en el que la sensibilidad de los mercados es tan alta y llegados a estos diferenciales, precisamente lo que ayuda a poner coto al nivel de desconfianza son los ejercicios de transparencia. Q a CLMancha la mandaban a BB estaba cantado desde hace trimestres y no ha hecho falta q le bajen el rating para que nadie la preste; es mas las agencias perdoname son siempre un indicador retardado y sino me remito a Lehman/etc.
Tu crees que si Cospedal llega a CLM y dice que esta todo perfecto y limpito hubiera ganado credibilidad? No por dios, todo lo contrario.
Muchas entidades han bajado a BB y luego han subido a A.
Es mas estoy convencido de que en un tiempo habra mas gente queriendole prestar a JCLM - BB que a la JCLM investment grade.
Abrazo
W
Veo que tienen que seguir todos en "la pomada" y a pagar el mismo y sin rechistar... para que no se alarmen los inversores... a callar y a pagar... los mismos... ¡qué vergüenza!. Creo que es edificar sobre barro... el castillo de naipes se caerá en cuanto sople un poco de aire..
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Juan.
ResponderEliminarEn una situación tan complicada hay que gestionar correctamente las expectativas de los agentes económicos.
La pena es haber llegado a esta situación, como para tener que sacrificar (o disminuir) en aras de evitar una catástrofe.
Sin duda, deberían exigirse responsabilidades penales para políticos como los recién salidos del Gobierno.